jueves, 9 de mayo de 2019

Hannah Arendt



HANNAH ARENDT
Se distingue como la primer mujer profesora de la Universidad de Princeton y mantiene una poderosa presencia en las universidades de Chicago, Berkeley y Wesleyan además del New School for Social Research.
LOS ANGLOSAJONES le fascinan, le recuerdan a los prusianos. Aún apoyando la creación del Estado de Israel, critica a los sionistas por su mente cerrada, que desea establecer otro estado-nación en vez de buscar reconciliación con los árabes. En 1946, escribe a su mentor Jaspers, “Intelectualmente, vivo aquí solamente con Monsieur Blücher; somos los únicos que conocemos y que hablamos el mismo lenguaje.”

En 1951 con las cenizas de la guerra todavía espolvoreando la vergüenza de la humanidad, publica “Orígenes del Totalitarismo,” libro que ofrece un recuento histórico de los elementos que cristalizan regímenes como el Nazi y el comunista de Josef Stalin. Insiste que nada en el siglo XIX, ni en la historia humana, naturalmente se dirige – ni prepara a la humanidad – para la barbarie del siglo XX. La historia, dice, no tenía que haber llegado a ese lugar.

HANNAH se adhiere a la tradición germana de una exaltada soledad aún en el hogar que la adopta. La impronta temprana con Heidegger atraviesa la guerra, las muertes, el Nazismo del maestro. 

“Pensar,” le dice su mentor, “es un asunto solitario.” 

SU COMPLEJO temperamento con severidad prusiana no tolera debilidades y desacuerdos; su lengua afilada derrumba teorías y personas que le desagradan. Es impaciente con aquellos que gozan de menor capacidad intelectual. Desprecia la psicología. Se burla a la mención del nombre de Sigmund Freud. Mira con desdén los conflictos de los demás, especialmente cuando se vuelven tan personales que no logran “pensar” para resolverlos. La seriedad de su tono, la inflexibilidad de su juicio, son fundamentales para la trágica visión de su época.

EL FEMINISMO no entra en su mundo. Con su cabeza que razona “como un varón,” demuestra que el pensamiento no tiene género. Tal vez en los últimos años de su vida comienza a mirar el feminismo con otros ojos. Admite en conversaciones privadas que sus estudiantes femeninas comienzan a hablar en clase. Esos son tiempos lejanos para quienes crecemos con beneficios de género integrado a la vida académica y profesional.

CINCO años después de la guerra, Arendt viaja a Alemania dirigiendo el Jewish Cultural Reconstruction, un proyecto estadounidense para preservar y distribuir propiedad judía robada por los Nazis – principalmente libros y artefactos religiosos – a sinagogas y museos, bibliotecas y universidades judías por todo el mundo.

LOS VIEJOS maestros sobreviven la guerra. “Soy humano, demasiado humano,” dice Heidegger, quien comprueba que aquel que piensa grandes pensamientos frecuentemente comete grandes errores. Mantiene su membresía en el partido Nazi hasta que éste deja de existir. Es señalado como colaborador, se intenta suicidar y recibe tratamiento psicológico por varios meses. Se le prohíbe enseñar durante cinco años. En la era de reconstrucción, lo retoman Michel Foucault y Jean-Paul Sartre, y los círculos existenciales. Con el tiempo, regresa a su status de estrella académica, consigue nueva vida y nuevo respeto. Nunca pide disculpas.

HANNAH se reencuentra con Heidegger. Dos días antes de verlo, ella está insegura y tensa. Escribe que ya no tiene “el menor deseo de ver a ese hombre.” Luego cambia de parecer. Aunque lo lee con respeto, lo considera un oportunista cobarde, sin carácter y mentiroso. Blücher lo llama un pequeño camarón germano. Ella todavía no sabe de la medida de su involucramiento con los Nazis, su maltrato de colegas judíos, y su colaboración con la Gestapo

EL “SOLITARIO de la Selva Negra” se rinde
en la puerta del cuarto de hotel donde Hannah se hospeda:
“Vengo a entregarme.” 

ARENDT había sido el gran amor de su vida. Ella lo compadece. Heidegger se disculpa servil y profusamente no por ser Nazi sino por la manera en que se separan. Frente a ella es un poodleavergonzado. “Tuvimos una conversación de verdad por primera vez en nuestras vidas…Esta mañana tuve una riña con su esposa. Por veinticinco años, desde que averigua la verdad acerca de nosotros, le hizo la vida un infierno en la tierra. Me temo que mientras yo siga viva, su mujer está lista para ahogar cualquier judío que vea. Es absolutamente horrenda.” 

EL MAESTRO cree que los nazis tergiversan el nacional-socialismo, pero que esta visión sigue siendo la única alternativa válida al pensamiento planetario del olvido del Ser, a lo que hoy llamamos globalización.
ARENDT dice que es un hombre que mentiría sin pensarlo dos veces para manejar una situación. “Es su carácter, es un tonto,” dice. El ‘más grande pensador humano’ resulta ser arrogante, pequeño, corto en sentimientos humanos. Se tropieza en una situación de la que no se puede escapar. Cuando el maestro cumple 80 años, Arendt lo justifica llamando su época Nazi “una aventura” en la que evita la realidad de “los cuartos secretos de la Gestapo y las cámaras de tortura de los campos de concentración.”
ARENDT es instrumental en reavivar la presencia del pensamiento Heideggeriano en el mundo civilizado, y prevenir su ostracismo como Hitleriano. El affaire llega a ser conocido públicamente solo después de la muerte de ambos, ella en diciembre de 1975 y él en mayo de 1976. A su reconocimiento mundial como una mujer independiente, profunda pensadora, se añade la revelación de la infatuación romántica que toda la vida mantiene con Heidegger. Es información que no cabe con su imagen pública.

LOS CRÍTICOS preguntan, ¿Hasta qué grado sabía ella de su participación en el régimen? ¿Heidegger le mintió a su discípula? ¿Le creyó como creyó la máscara que Eichmann presenta en su juicio? ¿Asumió que su complicidad era meramente pragmática, oportunista y banal? O peor, ¿ella sabía? ¿Ella construye al banal Eichmann del banal Heidegger? 

LA AMBIVALENCIA es parte central de su existencia y sus enseñanzas. Cuando comienza una conferencia en Köln menos de diez años después de terminada la guerra, a su público germano declara, “Soy una judía alemana expulsada por Hitler.” Lo que queda claro, es que más que judía, es producto de la cultura Weimar, y su lealtad la otorga a la tradición filosófica que ayuda a construir el Nazismo.
“SIEMPRE pensaré en su amor intelectual de Dios, su creencia en la gratitud por el regalo de ser…muchos judíos modernos están frustrados religiosamente. Ella no está dispuesta a serlo. Aun cuando descontaba el Judaísmo, y frecuentemente se impacientaba con los judíos, lo hacía por necesidad intelectual,” escribe su contemporáneo Alfred Kazin. “Muchos que hablan en nombre de los judíos y también en nombre del Holocausto le parecían simplemente hambrientos de importancia y, más conmovedoramente, de identidad.”
EN SUS cartas con Karl Jaspers, Mary McCarthy, Hermann Broch, Kurt Blumenfeld, Martin Heidegger, y Heinrich Blücher, Hannah demuestra gran capacidad de amistad, intelectual y afectiva.

DURANTE dos décadas, Arendt es de las más prominentes intelectuales en Estados Unidos. Notablemente privada, rehúye de las entrevistas y las cámaras de televisión. Despierta pasiones hasta el final de su vida. En su funeral, el editor William Jovanovich asombra a todos al romper en llanto, “¡La amaba ferozmente!”

A PELÍCULA de Margarethe von Trotta que inspira la investigación de esta serie de artículos no puede capturar la fascinante historia de esta mujer. La cinta comienza cuando Arendt abre en 1961 el New York Times y lee que Adolf Eichmann es capturado en Argentina, y que Israel se prepara para ponerlo en juicio. Para ese entonces su reputación como filósofa y pensadora es intachable. Es ella quien expresa al New Yorker su deseo de cubrir el juicio, oferta jugosa para Wallace Shawn, el editor de la prestigiosa revista. Para convencer a Shawn, le escribe que es la primera vez que vería un Nazi en persona. Ahora sabemos que no es precisamente cierta esa afirmación.

MARY McCarthy, su mejor amiga en Nueva York, escribe que Arendt “escuchaba una voz como la que hablaba a los profetas.” Hannah Arendt es un gran espíritu. El juicio de Eichmann promete abrir heridas de tiempos pasados. Mas no puede eludirlo.

“Es una obligación que le debo a mi pasado.”

Desde <https://www.enlacejudio.com/2014/04/03/judaica-finalmente-hannah-arendt/>

No hay comentarios:

Publicar un comentario