Hannah Arendt nació el 14 de octubre de 1906 en Hannover en el seno de una familia hebrea asimilada y pasó su infancia en Königsberg, la ciudad de Kant, en donde fue criada por su madre. De una inteligencia clara y precoz, Arendt lee a Kant y a Jaspers a los catorce años, y se apasiona por el estudio del griego y por Kierkegaard, a quien lee a los diecisiete años.
Racismo y totalitarismo
Para Arendt, lo más destacado del imperialismo es que supone una comprensión de los seres humanos en función de la categoría de raza y esto hace inviable la política en sentido propio: «políticamente hablando, la raza es —digan lo que digan los eruditos de las facultades científicas e históricas— no el comienzo, sino el final de la humanidad; no el origen del pueblo, sino su decadencia; no el nacimiento natural del ser humano, sino su muerte antinatural» [La tradición oculta: 34]. El suelo nutricio del totalitarismo fue, por tanto, el racismo. A lo que su unió la burocracia. En cambio, el totalitarismo, a diferencia del imperialismo, dejó de lado el aspecto utilitario y se convirtió en una ideología capaz de realizar actos contra la economía propia. Se basó en la idea de elegido y estableció una diferencia entre dos grupos de seres humanos. Al hacerlo, tuvieron que enfrentarse al pueblo judío que se entendía a sí mismo como el pueblo elegido. Esto se convirtió en un motor de fanatismo y se fortaleció en una Europa que estaba asistiendo, tras la Primera Guerra Mundial, a la caída de las Naciones-Estado, al problema de las minorías dentro de las Naciones-Estados surgidas tras la desaparición del Imperio Austrohúngaro, y al aumento de los apátridas, que junto a la abolición del derecho de asilo por parte de algunos países, dejó en la ilegalidad a multitud de personas. Este proceso dio lugar a la pérdida del hogar propio y a la imposibilidad de encontrar uno nuevo, así como a la pérdida de la protección ofrecida por la ciudadanía: la perplejidad de los derechos del hombre. La situación de completa ilegalidad de muchas personas fue la antesala para que se diera el paso a negar su derecho a la vida. Pero para esta filósofa alemana ninguno de estos elementos es totalitario en sí mismo: se convierten en tal al ser unidos en una síntesis nueva que es contingente, no necesaria.
Urabayen, Julia
Profesora adjunta
Facultad de Filosofía y letras. Departamento de filosofía
Universidad de Pamplona.
Urabayen, Julia
Profesora adjunta
Facultad de Filosofía y letras. Departamento de filosofía
Universidad de Pamplona.
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