La tragedia humana del refugiado desde la mirada de Hannah Arendt:
Así, Hannah Arendt comienza su ensayo de 1943 "Nosotros, los refugiados", donde describe la ansiedad psíquica que pesaba sobre los judíos de Europa cuando huían de sus hogares y realizaban el trabajo de asimilación.
En este ensayo, profundamente sentido e irónico desde el principio, Arendt describe las condiciones sociales que hacen que uno al borde de la no existencia política considere el suicidio. En su ironía, Arendt deconstruye el condenado optimismo del parvenu (aquellos que intentan asimilarse) y defiende su caso por el paria (el forastero). En última instancia, creo que ella busca hacer avanzar la necesidad de una ley moral universal que valide, mediante un reconocimiento activo de los derechos, la existencia de "seres humanos" más allá de los estados nacionales.
Es difícil relacionarse con los efectos psíquicos de la no existencia política a menos que uno haya recorrido el espacio liminal de un refugiado.
"Nosotros mismos nos llamamos 'recién llegados' o 'inmigrantes' ... Un refugiado solía ser una persona motivada a buscar refugio debido a algún acto cometido o alguna opinión política sostenida ... pero no cometimos ningún acto y la mayoría de nosotros nunca soñamos con tener opinión radical ”.
La perspectiva de haber perdido el poder de la autodefinición es tan terrible que uno podría encontrar todas las rutas disponibles para el autoengaño. Quien se puede considerar un "recién llegado" o "inmigrante" todavía puede imaginar que simplemente ha elegido dejar un lugar para otro. Esto implica agencia y una especie deOptimismo, cierta fe de autodeterminación. El esfuerzo de la gimnasia psíquica requerido para tal autoengaño es la carga de los asimilados. A su vez, el refugiado no tiene otra opción y está a la merced del mundo para definirlos y, legalmente, defenderlos. Y si el mundo no responde con misericordia, con un testimonio activo, también es el mundo el que lleva la carga de esa elección. Cuando un individuo, o un grupo de personas, se considera políticamente inexistente, vacío de agencia y poder en su totalidad, el problema legal se convierte en un problema existencial. Nuestra política nos define, incluso en la abstención.
Hasta ahora se consideraba refugiado a aquel que se veía obligado a buscar refugio por sus actos o ideas políticas. Y, nosotros también tuvimos que buscar refugio, pero antes no habíamos hecho nada y la mayoría no albergábamos ni siquiera en sueños ninguna clase de opinión política radical. (Arendt, 2006, p. 9)
A diferencia de otros suicidas, nuestros amigos no dejan ninguna explicación de su acto, ninguna acusación, ninguna queja contra un mundo que obliga a un ser desesperado a mantener con palabras y hechos su buen humor hasta el final. Dejan cartas muy corrientes, documentos irrelevantes. En consecuencia, nuestros discursos fúnebres también son breves, apurados y llenos de esperanza. Nadie se preocupa por los motivos porque a todos nos parecen obvios. (Arendt, 2006, p. 13).
“en la «posición original» uno tendría que insistir en que el derecho a emigrar quedase incluido en el sistema de las libertades básicas por las mismas razones por las que uno ha de insistir en el derecho de libertad religiosa quede incluido: ambos podrían resultar esenciales para el propio plan de vida de uno” (Habermas, 1998, p. 641)
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